(Cadaqués, 1966)
Tras bastantes años experimentando en el mundo de la pintura, finalmente puedo decir que empiezo a comprender partes del misterio de mis trabajos plásticos. Ha sido viajando por diversos lugares geográficos donde mi yo y mi pintura han coincidido y he sido transportado hasta descubrir parámetros desconocidos hasta entonces por mí, parámetros-paranormales que han ido incrementando más y más mi curiosidad por los misterios de la concentración, del mismo acto de pintar. Es así, en estos momentos de inmersión reflexiva, que la consciencia se proyecta y entra en sintonía captando mensajes desconocidos a través de las composiciones, de forma automática, a la manera de los sueños conscientes.
Con el tiempo se han ido multiplicando estas coincidencias y he acabado por ponerle nombre, a modo de un nuevo concepto artístico: Arte premoglífico. Es el nombre que he considerado expresa mejor mi trayectoria autodidacta. Algunas de las coincidéncias de arte premoglífico surgen directamente de bocetos espontáneos a lápiz que posteriormente plasmo en color. Curiosamente es tras una selección entre dibujos sobre papel y la plasmación sobre tela que las coincidencias premonitorias se hacen visibles y toman forma. Por fortuna, puedo contrastar la fecha de las pinturas con las fechas de ciertos acontecimientos, aquí radica la gracia del arte premoglífico: La consciencia del desarrollo de las pinturas en diversas fases versus realidades filtradas por diferentes medios de comunicación, desde la prensa de papel hasta internet. La constatación está al alcance de cualquiera que interprete la realidad-pintura y la realidad-medios. Se trata de la atención receptiva a posibles coordenadas existentes en el espacio-tiempo.