Las cabañas de Josep Pujiula
De aquello que hubo ya no queda casi nada y aun así, este lugar sigue siendo un singular refugio para soñadores y amantes de la naturaleza. Si nunca estuviste allí, leyendo los letreros y mirando los vestigios de las creaciones de Josep Pujiula, podrás hacerte una idea de lo que un día fue. Ya casi no se permite subir a ninguna estructura, ya no se alza ninguna de las majestuosas torres, así que los que conocemos su historia, quizás nos debatiremos entre una sensación de tristeza y alegría, porque el paraje y todo lo que lo envuelve, tuvo mucho de particular.
Josep, apodado “el Garrell”, fue un personaje peculiar. Nacido en Argelaguer en el año 1937, pasaba sus ratos libres en la naturaleza. Cerca de donde vivía había un pequeño lago que inspiró a Josep a crear su primera “moto anfibia”, hecha con materiales reciclados y que lograba desplazarse sobre el agua a cierta velocidad. Y siguió creando… Empezó con algunas cabañas hechas con madera reciclada, luego fue erigiendo ocho magníficas torres entramadas con troncos de acacia, robustas y flexibles, que ascendían a casi 30 metros de altura y desde las que podías observar el maravilloso paisaje de La Garrotxa. Las torres quedaban unidas por túneles laberínticos y serpenteantes que tejían todo el conjunto, convirtiéndolo en un poblado asalvajado y onírico, que Josep mantuvo vivo durante más de cuarenta años. En su base, y aprovechando un caudal de agua, hizo canalizaciones de agua que regaban todo aquel lugar, con esculturas aleatorias que aún permanecen en la actualidad. Cada día algo nuevo, una idea que materializar, una fantasía que llevar a cabo, “paisajismo visionario” lo han llamado algunos.
Lo alucinante de esta historia es que consiguió esta hazaña sin ayuda ninguna, solo con su perseverancia y pasión, y lo hizo hasta tres veces, porque las autoridades lo incordiaron para que desmantelara todo lo que le había costado más de veinte años de trabajo construir. Primero porque casualmente y justo por aquel lugar tenía que pasar una carretera. Cuando desmontó todo, tuvo aún el coraje para volverlo a levantar en otro lugar cercano, pero se lo volvieron a hacer quitar, esta vez por razones de seguridad. Años para montar, y pocas semanas para desmontarlo con sus propias manos.
En el año 2014, cuando ya apenas quedaba una cuarta parte de todo lo que había sido, fue declarado “Bien cultural de interés local” y de aquel lugar y su artífice se hicieron tres documentales: “Garrell, el Tarzán de Argelaguer” “Sobre la marxa” y “L’últim Barret d’en Garrell”.
Ahora queda incluido dentro de la ruta “Garrotxa Cultour”, continúa siendo gratuito y se pretende dotar al lugar de cierto reconocimiento, después de las muchas quejas y protestas por parte de usuarios, arquitectos y museos que no estuvieron de acuerdo con los desmantelamientos que obligaron a hacer a su creador. Ahora, que él ya no está (murió en el lugar en 2016 mientras continuaba trabajando en su obra) el reconocimiento llega tarde, y los miedos, como siempre, demasiado pronto.
Gracias Josep por llevar a cabo tal hazaña, por jugar y regalarnos un lugar donde jugar, y por mostrar con humildad que las cosas, por increíblemente imposibles que parezcan, se pueden materializar.
(Nota – Existe un blog con muchos detalles para quien esté interesado y quiera ir a ver:) https://homedelescabanes.wordpress.com