Antonio Orihuela

Antonio Orihuela

Entrevista realizada por Juan Carlos Usó & Xavier Vidal 2013

«Oponer, ante los Grandes Relatos del Capital, los pequeños relatos éticos de quienes lo padecen»

Hola Antonio, a una buena parte del núcleo de la revista Ulises nos has cautivado al instante, nada más conocer tu obra… ¿Siempre produces ese efecto inmediato entre tus lectores?

Yo no debería contestar a esta pregunta, sino un ocasional lector de mis poemas. Pero os diré, por lo que ellos mismos me dicen y lo que vosotros comentáis, que sí, que el efecto que produce es como un pellizco unas veces en el estómago y otras en la conciencia, que por esos mismos comentarios es difícil que deje a nadie indiferente porque son poemas que están hechos con la carne de todos nosotros, con nuestra memoria, nuestra experiencia común, nuestras vivencias colectivas… Yo creo que esto, la verdad, tiene poco mérito, lo único que hago es hablar con mis iguales y de las cosas iguales que nos pasan. Así, muchas veces me han dicho: “Eso me ha pasado a mí pero no sabía cómo escribirlo”. Bueno, pongamos que mi mérito es que yo he dado con la forma de escribirlo, pero nada más.

Es decir, que mi poesía tal vez sea muy situacional, habla de este tiempo que compartimos también sobre circunstancias, búsquedas, aventuras y desventuras muy parecidas. A veces me pregunto si no será una poesía con truco, pues reconozco que está hecha para nuestra pequeña cofradía de fratres, germans, irmandinhos, beginas, goliardos, carbonarios, libertarios, hippies, ascetas, sadhus, brujos, místicos, magos, chamanes, monjes zen, budistas, rosacruces, teósofos, anarcosindicalistas, poetas, pintores, majaras, jornaleros del SAT, repartidores de pizzas, etc. Siempre me he preguntado si fuera de estos círculos se entiende, ya sabéis, entre las personas normales, si es que existen las personas normales.

Eres autor de una obra muy extensa que abarca poesía, ensayo, novela, artículos periodísticos… que además ha sido traducida al inglés, al alemán, al francés, al portugués, al catalán y al esperanto. ¿Te consideras un escritor total o más bien un poeta?

Pienso que nuestra sociedad tiene una terrible manía clasificatoria, que su tranquilidad es tenernos encajados en algún compartimento estanco, el que sea (taxista, bajo, gordo, del Barça, hetero, de centro, etc.) y lo peor es que nosotros asumimos el rol social que le correspondería a cada una de ellas… Si algo he aprendido de los viajes es que eso que llamamos identidad es un castillo de arena, una pirámide de cartas… escritor, poeta, recolector de cerezas, pintor de brocha gorda, basurero, cocinero, jardinero, amante, probador de colchones, corsario, chófer, amigo, psicólogo, remero, nadador, tarotista… se puede ser tantas cosas a lo largo del día… ¡Qué manía la nuestra de encerrarnos! Decía un amigo mecánico que él era poeta porque apretaba las tuercas poéticamente. Tal vez sea poesía lo que deberíamos poner en cada una de nuestras acciones cotidianas, y para eso no es necesario escribir, basta conducirse por la vida con atención, cuidado y belleza.

Según tus propias palabras, con tu obra indagas “en las posibilidades de una poesía que, abandonando la especulación y el escepticismo, se enfrente al apocalipsis cotidiano y organizado por una sociedad de la destrucción, la miseria, el dolor y la muerte”… ¿Es por eso que en un artículo que escribió sobre ti en el año 2002 José Carlos Beltrán te definió como un “testigo feroz”?

No recuerdo muy bien qué decía el malogrado José Carlos Beltrán en esa reseña que hizo con tanto cariño de un poemario mío que yo creo le sorprendió y lo descolocó a partes iguales. Pero supongo que implícita a la descripción, él concebía que había como tres posturas poéticas ante la vida cotidiana, ante la realidad: Una poesía testigo mudo y absorto de su tiempo, otra poesía testigo y cómplice de su tiempo y tal vez una poesía testigo feroz de su tiempo en la que él me veía a mí, supongo que más allá del adjetivo feroz (que él debió tomar prestado, como atento lector, de la antología Feroces en la que nos dimos a conocer algunos allá por 1998). Lo de feroz yo lo dejaría en un testigo intensamente vivo en el tiempo que me ha tocado vivir, un viajero que, como entonces, todavía sigue empeñado en cantar Ícaros a las piedras para que se transformen en corazones.

En los años 70 del pasado siglo, Paco Ibañez inició a no pocos jóvenes en la poesía a la que él ponía música, y luego cantaba ¿Crees que, como dijo Gabriel Celaya, “la poesía es un arma cargada de futuro”, ahora que el futuro es presente?

Pienso que Celaya se equivocaba, la poesía está cargada de presente. Palabras como futuro, esperanza, porvenir… siempre me han chirriado, me suenan al famoso “vuelva usted mañana” de Larra, a jerga de banqueros buscando rentabilidad al bono a cinco años, a cosa muerta… Sólo tenemos el hoy para vivir, para actuar, para hacer y hacernos, también en poesía y con poesía, que puede ser un perfecto floripondio, pero también puede ser el arma de destrucción masiva más impecable para luchar contra la tontería consumista, el productivismo capitalista, el sentido de este vivir sinsentido… dependerá de ti que así sea, dependerá de lo que tú le pidas a la poesía, de hacia a dónde quieras apuntar con ella.

¿Qué tienen algunos de tus poemas, que recuerdan tanto a las viñetas de El Roto y de Miguel Brieva?

Ja, ja, ja… supongo que el hecho de vivir en este tiempo y traducirlo desde una misma sintonía… a Rábago no lo conozco en persona pero con Miguel me une un sutil hilo de rojo hecho de amistad, conversaciones y afecto…

A El Roto se le reconoce su poética que tritura “la realidad” ¿Te parece que hay también en Banksy un poeta?

Hum… la grandeza intelectual de El Roto es que lleva el discurso hasta donde ya no puede respirar. En Bansky la solución siempre es en última instancia colorista, su mundo sigue siendo Disneylandia, aunque sean las cloacas de Disneylandia lo que muestra. El mundo de El Roto está más allá, en las pinturas negras de Goya, en sus disparates… Bansky, por otra parte, seduce y se deja seducir por el capital y los mercados, su obra cuelga en las principales pinacotecas de arte contemporáneo, en colecciones particulares, es un artista de fama, perfectamente integrado en el espectáculo, su discurso no está instalado en ese NO radical de El Roto sino en lo políticamente correcto, en lo que el sistema mercantil del arte puede digerir sin que se le atragante.

Poetas en el siglo XXI ¿Qué es un poeta ahora mismo?

La cuestión es que pocas actividades están hoy en día tan desprestigiadas como la del poeta y si embargo vivimos en una sociedad hiperestetizada que ofrece y consume poesía constantemente, que envuelve de poesía la producción material e inmaterial y que cubre la realidad de poesía para hacerla digerible. El problema es que la poesía hace todo esto travestida de propaganda, publicidad y marketing para su consumo masivo y por otro lado, también la vemos aparecer en su formato habitual, prestigiada por las élites culturales como un producto en sí, raro, inútil, prescindible y separada de la realidad y de la sociedad. Quiero así plantear esta esquizofrenia en la que se mueve hoy la poesía y el poeta; decir con esto que el poeta sigue siendo hoy más necesario que nunca, aunque es necesario como publicista, creador de tendencias, diseñador gráfico, director de campañas institucionales, electorales, etc., es decir, como mercenario que trabaja en la producción masiva de productos, mercancías, anuncios en la televisión, etc., o como sujeto identificado con un rol (el rol del poeta romántico, ya sabéis, individualista, narcisista, ególatra, maldito, etc.) que es reivindicado por unas élites culturales que consumen o se prestigian sin más reconociendo a alguna persona como tal con premios y honores ligados a la idea de poder institucional y reconocimiento dentro de una tradición nacional estatista. En cualquier caso hace mucho que la mayoría de los poetas se ofrecieron desarmados y cautivos al Capital y a él sirven. Son muy pocos los que practican una poesía inserta en la vida como otro modo de mirar, sin ver en esto un fin sino una práctica que sucede, que impregna la vida y que se extiende sobre ella con voluntad generativa y transformadora, aunque sus efectos apenas lleguen más allá del mismo poeta y sus afines.

Muchos de tus poemas tienen como objetivo agitar las conciencias… Sin embargo, otros parecen tremendamente desesperanzados o desesperanzadores, por ejemplo “Parabólicas en las chozas”, que nos parece demoledor. ¿Hasta qué punto te identificas con Nietzsche cuando decía que “la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento de los hombres”?

Nietzsche acierta. A mí, cuando me hablan de esperanza me enervo. La esperanza me pone nervioso. Comienzo a desconfiar de inmediato de quien la enuncia, porque la esperanza me parece la forma más efectiva de desactivación individual y colectiva que existe, de neutralizar cualquier lucha, de paralizar cualquier acción transformadora, de escamotearnos del presente y del ahora… Digamos que junto con la palabra futuro, esperanza es una palabra que debemos arrojar lejos de nosotros porque no nos conduce más que al inmovilismo.

La denominada Transición política española se cuela en más de uno de tus poemas. Pero me gustaría preguntarte acerca de uno en concreto que lleva por título “Obituario del caníbal”. Es un poema que, a menos que se tengan varias claves, es difícil de pillar, especialmente para la gente joven. Sin embargo, más allá del homenaje que encierra para algunos de los muertos más emblemáticos de aquel período, da la impresión que ante todo quiere dejar en evidencia a la escritora Rosa Montero… Sácanos de dudas, por favor…

Os habéis contestado en vuestro propio enunciado. A veces leo o asisto a espectáculos tan tristes como el artículo de Rosa Montero sobre Manuel Fraga y trato de aplacar mi indignación respondiéndole siquiera con un poema, porque qué fuerza tenemos los que no tenemos esos medios de falsinformación a nuestro alcance sino es escribir un poema que hable del Fraga auténtico, del cómplice de tantos asesinatos y tanto sufrimiento, que desvele no al que se comió a los caníbales sino al caníbal que permitió que gente como Rosa Montero escriba hoy en los periódicos. No recuerdo quién decía que todos los dictadores terminan convirtiéndose en viejecitos venerables… pero nosotros no podemos consentir que ésa sea la foto fija que quieran vendernos de ellos.

A lo largo de tu obra te presentas como una persona comprometida, anarquista, anticapitalista… Si saco esto a colación es porque justo el mismo día —y no hablo de ayer, sino del 31 de mayo de 1997— que Luis Racionero abogaba en televisión por un “capitalismo temperado”, el bajista de un grupo de rock alternativo cuyo nombre soy incapaz de recordar reivindicaba en otro programa una “anarquía contenida”. ¿Crees que ambos estaban hablando de lo mismo? ¿Qué interpretación te merecen estas declaraciones pasados quince años… y “con la que está cayendo”?

Creo que aquí hay por lo menos cuatro preguntas. La primera tiene que ver con el compromiso, con mi compromiso en particular… Bueno, estar comprometido no tiene nada de original, todos lo estamos aunque no sé por qué el concepto compromiso solo se utiliza como un término ideológicamente cargado, como si los banqueros no estuvieran comprometidos con el máximo beneficio, los periódicos con agradar a quien los financia o el empleado del McDonald’s con convertirse en el empleado del mes… sin compromiso este mundo no funcionaría y como decía Bergamín estar comprometido es la mejor forma de no comprometerse… Insisto, no hay nada especial en el compromiso, si acaso el escalofrío que da pensar que yo pueda ser un referente de nada estando como estoy metido hasta el cuello en el mismo lodazal que todos nosotros… Sí, es verdad que en mí se da una poesía crítica con el sistema capitalista, que me duele la injusticia, que trato de colaborar con las causas que considero justas y ayudar allí donde se me pide o me dejan, pero si esto tiene algún mérito entonces sí que me preocupa porque yo lo considero insignificancias ante la tarea gigantesca que hay que hacer, y lo peor es que si a mí se me ve tanto en estos afanes es solo porque debemos ser muy pocos, desgraciadamente, los que estamos en ellos…

La segunda pregunta creo que trataría sobre mi anarquismo. En este sentido, me remito a lo que ya escribí hace tiempo para la revista El Ciervo:

¿Por qué soy anarquista?

Yo no soy anarquista pero me gustaría serlo, porque el anarquismo, como el amor, es un estado de conciencia, una forma de estar en el mundo y una práctica social de los cuerpos; una especie de estado de gracia que se goza colectivamente y nos hace sentirnos individualmente vivos.

El anarquismo trae, sin necesidad de tener que morirte para ello, la promesa del paraíso en la tierra, pero es muy difícil ser anarquista, porque para ser anarquista hay que luchar cada segundo por vivir la anarquía y ese vivir es hoy un lugar cercado por el autoritarismo, la violencia, el lucro, la competitividad, la productividad, el consumismo y la idiocia.

Cada vez que me someto a otros, cada vez que me dejo manipular o dominar por la violencia, la tristeza, el miedo, las supersticiones, los prejuicios y la ignorancia sé que me alejo de ese estado de anarquía y me acerco al del integrado en el sistema; al estado propio de los que el sistema llama personas normales, aquellos que, como dijo Espinosa, viven dominados por las pasiones tristes, la ambición material, el poder y la soberbia.

Cuando trabajo en la integración, en la comprensión y en el amor hacia el prójimo y hacia nuestra madre Tierra; cuando coopero con otros en tareas y proyectos colectivos; cuando trato de educar mi ignorancia, espoleo mis inquietudes o reconozco mis muchos errores; cuando hago crecer lo mejor de la vida espiritual individual y colectiva en mí; cuando me dejo invadir por la dimensión sagrada de la existencia, entonces, sólo entonces, siento que camino en pos de Acracia, porque estoy modificando mi vida; porque estoy viviendo en plenitud, limpiando y esclareciendo mi conciencia.

Dos enemigos muy poderosos tiene la anarquía, mi egoísmo, que siempre está dispuesto a jugarme una mala pasada, y el sistema político y económico en el que vivimos, cuya violencia física y moral sobre los cuerpos y las consciencias ha engendrado todas las infinitas formas del sufrimiento y nos ha mostrado las más terribles facetas de la condición humana y de nuestra desventura política, como diría Jesús Lizano.

No obstante, también es cierto que algunos aliados tienen los que quieren vivir en anarquía y hacia ella orientan sus dubitantes pasos: El amor, el anhelo y el fervor no sólo de lo que puede un cuerpo, sino de lo que pueden los cuerpos armonizados en torno al sueño compartido de ir viviendo y recreando nuestra aventura poética en el planeta.

Los días en que consigo dar algunos pasos en esa dirección me pongo muy contento porque veo entonces a uno que, aun no siendo anarquista, camina en pos de Acracia”.

La respuesta a la tercera pregunta sería no, no creo que Racionero y el bajista de rock alternativo estén hablando de lo mismo más allá de proponer alternativas a lo que entonces había. Racionero debe referirse con capitalismo atemperado, dado el contexto en que hace esta afirmación (1997), a la socialdemocracia, supongo, pues desde un año antes los procesos de privatización y precarización estaban siendo intensos… Tal vez él estuviera haciendo entonces una defensa del modelo alemán, sueco… frente al neoliberalismo ramplón que estaba aquí engrasando el primer gobierno Aznar… Lo de anarquía contenida, perdona, es que me da la risa… ¿Qué demonios puede ser la anarquía contenida? Yo creo que aquí el bajista, con muy poca información sobre la Anarquía y con mucha necesidad de responder al rol de anarquista que exige ser miembro de un grupo de rock alternativo lo que dejaba traspirar de su afirmación es el manido sambenito de la anarquía como caos, desorden, descontrol, etc. que desde siempre ha agitado el Estado y sus instituciones contra ella, de ahí que el bajista en su necesidad de ser anarquista en tanto rockero alternativo se posicionara por una anarquía pero sin anarquía, como aquel amigo que de pincho en los bares se pedía siempre una tapa de huevas con mayonesa pero sin mayonesa… No voy a dar aquí un discurso sobre la relación entre la Anarquía y el orden, pero sí le vamos a recordar, siquiera por nostalgia, a este rockero un fragmento de un viejo himno anarquista:

“La anarquía es orden y amor a la ciencia, el funesto Estado es la violencia.”

La última pregunta, qué me parecen estas soluciones a la luz de lo que estamos viviendo… Pues, bien, la mayoría de la población, 15-M incluido, suspira por una vuelta a lo que nunca tuvimos, una socialdemocracia reflejo de un capitalismo de rostro amable y vigilado, de momento y dadas las característica de las acciones populares que se están llevando a cabo esto no va a ser posible. Falta gente en las calles, falta una práctica transformadora, faltan ganas de romper con lo que hay y sobran televisores y bonos del Estado y acciones de Telefónica en los roperos de las casas.

La segunda opción, la del rockero alternativo no es una opción sino una confusión, pero de todos modos, como es necesario también expresar una alternativa libertaria a lo que hay ahí van estas reflexiones mías sobre el tema:

Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y la posterior revolución libertaria que desencadenó este hecho, miles de campesinos y obreros se lanzaron a colectivizar las tierras y las industrias sin esperar para ello órdenes de lo alto. Emma Goldman, lo cuenta en sus diarios fascinada por la obra constructiva que estaban llevando a cabo los anarquistas españoles… visita una masía colectivizada que la recibe con un gran cartel escrito por niños donde se puede leer “Món Nou” porque, en efecto, no se puede hacer un mundo nuevo con seres viejos, y aquellos niños de la colectividad eran el mundo nuevo, al igual que todos los adultos soñadores que se habían hecho niños, abandonando toda suficiencia y arrogancia, para poder entrar en aquel mundo nuevo ganado por la delicadeza y la bondad, el amor a la cultura y la libertad. Los que mantenían la fe en la bondad humana, veían en cada criatura viva un hermano y gozaban con la felicidad del prójimo. Se habían reunido en aquella colectividad a los pies del Pirineo para negar la pasividad hastiada y la reivindicación quejosa en donde hasta entonces los había recluido el sistema. Hicieron realidad sus sueños y dejaron de ser niños perdidos en los sueños del Capital. Reunieron en un nosotros-colectivo la casa, los antepasados, los amores y los amigos para empezar desde allí a construirlo todo: el hogar, la lengua, la educación, la dulzura, la calma, la alegría y el amor frente a la hostilidad general. Inauguraban el fin de una civilización y el comienzo de otra.

Tampoco nosotros debemos esperar órdenes de lo alto para cantar que los tiempos infelices pasaron y volver a realizar este sueño, este proyecto que ilustra el valor estratégico de la retirada ofensiva, de combatir al Capital poniéndote al margen de él. Es propio del arte de la guerra que en ciertos momentos valga más producir lugares, tiempos, temas y amistades que armas y caballos, nos dicen los Agentes del Partido Imaginario en su manifiesto Fogonazos. Derribemos los muros que hemos construido alrededor de nosotros y partamos juntos; dejemos atrás este mundo donde el miedo, la envidia, el egoísmo, el deseo de ser alguien, de ser reconocido, de triunfar, nos empobrece y envilece nuestras relaciones con los demás. Construyamos ese hogar que nos espera, hagámoslo existir, respetar, durar y crecer. Habitemos esa certeza tan real como ficticia, tan visible como invisible, tan intermitente como constante.

El desastre se elije, en realidad lo hemos estado consintiendo con nuestra suicida forma de vida, pero también es verdad que ante la actual mutación del capitalismo cada vez más gente está despertando de la gran mentira de eso que se llamó clase media, rompiendo con las estrategias del autoengaño, la desconexión, la pasividad y la degradación moral que propició la cultura de nuevos ricos en la España de estos últimos treinta años. La identificación subjetiva entre individuo y Estado se resquebraja a golpes de políticas neoliberales, y la identificación entre individuo y crecimiento capitalista tiene los días contados en un mundo lleno, ecológicamente devastado, contaminado y dependiente de unas reservas energéticas agotadas. Ahora queda por reconstruirnos como sociedad en igualdad, frugalidad y sostenibilidad, nos queda lo más difícil, decrecer, salir del capitalismo y del patriarcado, pero la consigna no admite dudas, o cambiamos o desapareceremos. La vida buena, hecha de igualdad, cooperación y cuidados hacia los demás y la naturaleza no pasa por el capitalismo. Una vida digna para todos los seres humanos es imposible de alcanzar bajo el capitalismo, porque lo que es bueno para los negocios suele ser letal para las personas. Un sistema basado en el genocidio, la rapiña y la exclusión programados no debería ser ni por un minuto más, si queremos seguir llamándonos seres humanos, el sistema que nos cobije.

El mensaje es contundente, o ponemos fin al capitalismo o el capitalismo nos va poner fin a nosotros. El nuevo slogan podría ser Decrecimiento o Muerte, solo que por una vez esta no sería una frase retórica, un mensaje vacío, pues sólo reducir los consumos actuales y derivar nuestros esfuerzos hacia la producción de bienes relacionales (atenciones, cuidados, conocimientos, participación, creación estética, espiritualidad, etc.) en una economía de escala humana, ciclos cerrados y dimensiones locales, frugal y solidaria, apoyada por un sistema político asambleario y una democracia directa nos podría asegurar lo que el capitalismo está a punto de llevar al colapso, nuestra propia supervivencia en el planeta Tierra.

Aunque somos conscientes que, en tanto urbanitas, no sabemos hacer casi nada, también estamos seguros de que la suma de nuestra riqueza personal y de los saberes individuales puestos en común será suficiente para empezar. No se tratará en principio de vivir sin dinero sino de ajustar nuestras relaciones de producción y consumo a una economía moral, es decir, no guiada por la competencia, la plusvalía y o el derroche; y evitar, en lo posible, establecer toda dependencia de lo mercantil; de organizarnos para alcanzar la soberanía económica territorial a través de la realización de trabajos colectivos, redes de intercambio, cooperación integral, comidas compartidas, cuidados, puesta en común de espacios, tiempos, saberes, técnicas, habilidades, favores y recursos que nutran nuestra aventura comunitaria. Poco importa el formato en la que ésta se realice, mientras seamos capaces de hacerlo habitable y reproducible: prácticas de intervención en redadas y desahucios, ocupaciones, comunas rurales, urbanas, grupos de afinidad, ateneos, bancos de tiempo, monedas sociales, escuelas libres, fábricas y talleres liberados, cooperativas de producción, consumo y distribución donde no se deje de reflexionar y problematizar qué producimos y cómo lo hacemos, ahondando en una democracia radical y encarando críticamente nuestra relación con el mundo. Sólo comportándonos de modo diferente, tendremos una oportunidad de obtener resultados diferentes, pero para ello es necesario madurar como personas involucrándonos activamente en dar forma a la vida en común, aceptar la responsabilidad y la dignidad que conlleva construir el presente de la autodeterminación social.

Porque la idea que nos sostiene es la de la deserción de esta civilización que camina al precipicio, tenemos que construir los lugares donde experimentar el compartir, la cooperación y la solidaridad; donde poner en común nuestros sueños, nuestros pensamientos, nuestros deseos y nuestros cuerpos. Darnos ese mundo será nuestra mejor contribución para derrotar el mundo de la alianza del Capital y el Imperio. Sólo entonces, destruidos el proletariado y su contrario, los malos tiempos, terminarán.

En los Cuadernos de viaje, que recogen experiencias autobiográficas de los viajes que el poeta Heinrich Heine realizó por Alemania e Italia entre 1823 y 1828, se puede leer lo siguiente: “La vida y el mundo son el sueño de un dios ebrio, que escapa silencioso del banquete divino y se va a dormir a una estrella solitaria, ignorando que crea cuanto sueña… Y las imágenes de ese sueño se presentan, ora con una abigarrada extravagancia, ora armoniosas y razonables… La Ilíada, Platón, la Batalla de Maratón, la Venus de Médici, el Munster de Estrasburgo, la Revolución Francesa, Hegel, los barcos de vapor, son pensamientos desprendidos de ese largo sueño. Pero un día el dios despertará frotándose los ojos adormilados y sonreirá, y nuestro mundo se hundirá en la nada sin haber existido jamás”. Algunos poemas tuyos, como “¿Qué te esperabas” o “Donde se guardan todas las colmenas”, recuerdan esa visión del que muchos consideran como el último poeta del romanticismo y al mismo tiempo su enterrador. ¿En qué medida la compartes?

Totalmente de acuerdo con Heine y con otros muchos que antes y después escribieron cosas parecidas… Desconozco qué tipo de reflexión o de experiencia vital llevó a Heine a escribir el fragmento que comentáis, pero estoy convencido de que ése es un lugar común, que muchos hemos transitado con reflexiones parecidas… A estas alturas mi única duda sobre ello es que aunque he tensado hasta los límites las posibilidades de exploración en torno a esos territorios siempre podrían no ser más que otra argucia de la mente que se niega a su desaparición… Me temo que solo con la muerte física total y completa resolveremos este viejo enigma…

Algunos de tus poemas (“El velo descorrido”, “Aquí viene la gente de gris”, “And ne forhtedon”, “Esto va a empezar”, “No te preocupes, ahora”, etc.) sugieren que concedes tanta importancia a la revolución interior, totalmente personal, que a la revolución social. Te importaría explicar este particular para los lectores del blog Ulises

La experiencia histórica es contundente, todas las revoluciones que se han querido implantar desde arriba hacia abajo han terminado mal, peor o dándole la razón al capitalismo… y todas las revoluciones que se han hecho desde abajo han sido aplastadas por los de arriba… Ante la necesidad revolucionaria de abrir la realidad, de transformar un sistema económico y político que no nos gusta, de extender la vida cotidiana por regiones físicas e inmateriales aún inexploradas, las dos reflexiones previas han de ser tenidas en cuenta y desde ellas es necesario partir… La próxima revolución tendrá que incorporar no a las masas sino a las personas que ya están trabajando y conjurándose por ella, desde los vínculos, desde el desarrollo de una espiritualidad enteogenética, desde los proyectos solidarios y desde las vías inmateriales que nos conectan. Una revolución vinculada al cuidado de la Pachamama, de Gaia, de un entorno que hoy agoniza… y tendrá que hacerse contando con todos los seres sintientes para finalmente triunfar, para no volver a ser aplastada, aunque eso no implica que no pueda empezar en cualquier parte, allí donde unos pocos se reúnan con voluntad de llevarla a cabo armonizada con todo, allí donde unos pocos reúnan tanta capacidad de lucha como voluntad de crecer… y tendrá que hacerse desde la austeridad y el olvido de la propiedad, la herencia y la recuperación de la libre cooperación, el apoyo mutuo, la exploración de la mente, y los que la hagan deberán considerarse hermanos, sin jerarquías, sin dominio de unos sobre otros.

La próxima revolución, será una revolución poética, creativa, hecha para vivificar lo vivo, para la transformación de la vida social e individual, de lo que pensamos, de lo que soñamos y de lo que deseamos. Ella es nuestra razón para existir hoy, para regalarnos, para estar juntos duraderamente, algo que tiene más que ver con el arte del amor que con las políticas de partido y somos muchos las que ahora mismo la estamos ensayando, en nuestras familias, con modestos proyectos en forma de editoriales, escuelas, cooperativas, ateneos, encuentros, efímeras comunas… prácticas y estados de la mente que nos dicen que es posible pensar y vivir de otra manera, fuera de la norma, el simulacro y la superficialidad de las relaciones sociales, que es posible producir nuevas identidades, nuevas formas de relacionarnos, de articularnos, de vincularnos, de intervenir en la producción de realidad, libre y liberada, para la vida.

¿Qué es eso de la poesía de la conciencia crítica? ¿Puede haber una conciencia no crítica?

No deja de ser curioso que, de todos los aspectos de la experiencia contemporánea, sea la literatura uno de los más recurrentes a la hora de proponer, a pequeña escala, modelos de emancipación, y que sea también desde la literatura desde donde estos proyectos de liberación sean más duramente combatidos.

Neutralizar la subjetividad política, castigar la disidencia y promocionar al intelectual orgánico por una parte y por otra, reprimir unas formas de creatividad y fomentar tan sólo las que alimenten un orden de dominación que crea adhesión sin, aparentemente, relación política, marcan los programas y el discurso cultural del tardocapitalismo y, a su vez, delimitan, entre otros, el espacio de conveniencia del discurso poético.

Como en todas las guerras, también en la guerra literaria el bando vencedor tiene sus mitos, el mito del Arte de la ideología burguesa, a saber: a) arte y política son opuestos; b) el arte es universal; y c) el arte no puede cambiar el mundo, es una actividad inútil. Los tres mitos funcionan como elementos de valoración y normativización del arte. Su función es clara: separar el Arte de cualquiera otra práctica cultural y social. Es tan grande el mito que la mayoría es incapaz de reconocerlo, es tan grande el mito que apenas una minoría continúa empecinada en hacerlo representable para poder luchar contra él.

Comprender esto es hacer que la realidad dependa de uno. Quienes no lo comprenden o no quieren comprenderlo, dependen de ella. Nosotros tenemos la posibilidad de hacer que lo que no es real se convierta en real. Si no nos dejamos seducir por ella significa que tenemos la opción de producirla. Oponer, ante los Grandes Relatos del Capital, los pequeños relatos éticos de quienes lo padecen; construir, desde este reconocimiento, el sujeto colectivo y la consciencia alternativa que necesitamos para apostarnos, con visiones y discursos contra hegemónicos, plurales, autónomos, radicalmente enfrente de la voz del amo y su proyecto de degradación democrática, mercantilización de la política e instrumentación mediática de la sociedad civil.

Como expresión de unos valores ajustados a la ideología del capitalismo tardío, la poesía no es más que un desecho intelectual. Como expresión de unas prácticas disfuncionales y críticas con la ideología del capitalismo tardío la poesía recompone la vida, se transforma en un arma revolucionaria a condición de que vaya más allá de lo artístico para formar parte de una praxis de agitación que apunte explícitamente a la destrucción de la mercancía y de la cultura como esferas separadas. Éste es el espacio que reclamamos para una poesía radical, una poesía que aspire a ser reflejo de unas prácticas sociales transformadoras, una poesía de la conciencia crítica frente a las prácticas desconcienciadas de la poesía. Porque también, una vez más por los márgenes, desde la zona cero de la razón destruida del proyecto de la modernidad, van tomando cuerpo las prácticas poéticas de un discurso crítico y radical que busca y construye un espacio común donde ensayar la politización de la existencia que le es negado en la vida política, es decir, un espacio sin orden ni lugar preestablecido para la acción de los múltiples anónimos, donde trabajar el disenso, la escucha, el rastreo, la interrupción, la fractura, la construcción de herramientas contra el mundo que no se deja ver, y que no se quiere ver.

Las mercancías intentan convencernos por todos los medios de que en el Imperio del consumo, de lo estridente, lo mediocre, lo estresante y lo feo, aún estamos vivos. Pareciera como si por tener garantizada la supervivencia, tuviéramos garantizada la vida real.

Transformada en mercancía para consumidores ávidos de pasividad inducida, la poesía se coloca en las grandes superficies al lado de los libros de autoayuda, horticultura y meditación, no lejos de la sección multimedia y la conexión a internet. El camino a la desactivación social está hecho de buenas vibraciones.

Pero cimentada fuera de las leyes de la mercancía y la esclavitud normativa, levantada crítica, vigilante y conscientemente, la poesía sucede. Sucede cuando nos congregamos, proyectamos y actuamos contra el tiempo de la muerte, cuando toda nuestra energía no se disipa en el espectáculo, ese lugar donde el orden capitalista mantiene consigo mismo su monólogo elogioso. La poesía sucede cuando nos interpela, cuando se une a la conjetura contra el asentimiento unitario, al fragmento contra el monomito, y sucede como práctica de unos saberes y una ética que se hermanan en un mismo horizonte de sentido, el que nos construye no para el arte sino para la vida cotidiana.

Reunamos fuerzas para poder pensar una práctica poética radical. Una práctica que nos proponga un avecinamiento, lleno de dudas, a la necesaria transformación de la sociedad. Una poesía que quiera acompañar al consultante en lo que resuelva como hacer a favor de su transformación individual y colectiva, no una poesía que ya haya resuelto por todos nosotros los problemas y se nos exhiba como lenguaje que marcha delante de nosotros a donde tal vez ni siquiera queramos ir. Una poesía que muestre lo imposible y lo invisible solo podrá ser considerada extrema. Pero lo imposible y lo invisible no es un territorio utópico o un lugar de las palabras, lo imposible y lo invisible son el meollo de todo nuestro hacer cotidiano.

Desde 1999, coordinas los encuentros anuales “Voces del extremo”, en tu Moguer natal, auspiciados por la Fundación Juan Ramón Jiménez. Además, existe un blog sobre poesía y otros “documentos de pensamiento radical” que responde al mismo nombre. ¿Cuál es la relación existente? ¿Puedes hablarnos un poco más detenidamente de estos dos proyectos homónimos?

Los encuentros que celebramos en Moguer (Huelva), bajo el nombre de Voces del Extremo en realidad son una parte más de esa estrategia de abrir espacios en la que muchos, no solo poetas, andamos entramados en esa idea de producir una sociabilidad libre y liberada, para la vida, para el sentido y los sentidos, para la conciencia crítica y para el pellizco sensitivo… Los encuentros de Voces se siguen celebrando en Moguer, pero también de forma puntual ha habido encuentros en Béjar, en Logroño, en Madrid… y con otros nombres pero con ese mismo sentido se han organizado otros en Valencia, en Sevilla… pienso en Edita, en los Foros Sociales, en el PAN de Salamanca, etc. Pero, como digo, no solo se trata de encontrarnos, de vincularnos, de enlazarnos en lo afectivo y en las prácticas que surgen libremente de ellos, sino de abrirnos a otras realidades, como por ejemplo el trabajo que se hizo (y se sigue haciendo) con la gente de la Renta Básica en Extremadura, con la gente de la Plataforma para la Defensa de la Sanidad Pública en Madrid, con la gente del Cabanyal en Valencia, etc. También en esa estrategia de abrir espacios están los blogs y webs alojados en internet como el propio de Voces del Extremo, pero también la página del MLRS, Voces y Miradas, Laotratarde, Veturia, La Tierra de la Piedra Negra y otros muchos, la verdad es que entrando en cualquiera de ellos encuentras los enlaces a todos los demás… Y existe también otra red física, esta tejida sobre textos que editoriales amigas vienen editando, libros de poemas, ensayos, etc. Ahí, editoriales como Baile del Sol, Crecida, Amargord, Ultramarina Cartonera, La Oveja Roja, Lupercalia, Origami… pues están haciendo una labor encomiable, una apuesta por la poesía de la conciencia crítica que me parece ejemplar. En fin, que Voces no es sino la punta de un iceberg que, aunque parece estar flotando a la deriva y en su mayor parte es invisible para la cultura espectacular e institucional, tiene vocación de resistencia, de incidir en la realidad, de tratar que, desde todas estas prácticas, no convertirnos en otra mercancía más, en afirmar otra manera de estar y de bienser en medio del mal que nos cerca, y no solo en literatura.

Por cambiar de registro, en el año 2004 publicaste una novela breve, completamente lisérgica, que tiene un título que indefectiblemente nos remite al misterio: X antonio orihuela. ¿Te importa describirnos su génesis y desarrollo?

X antonio orihuela, es una apuesta en muchos sentidos. Es la primera novela de alguien que desconfía de la novela como género y que con ella se disponía a escribir una novela no-novela, que es como tomarse una tapa de las famosas huevas con mayonesa sin mayonesa… Por aquel entonces estaba trabajando sobre el concepto de autoría, de comunidad creativa, de texto colectivo, etc. y una amiga va y me regala una novelita de esas que estuvieron tan de moda hasta los años 70, esas novelitas de bolsillo, folletinescas, ambientadas en el Far West, con desarrollos muy previsibles en su trama y me la lanza el reto de que me deje de tanta filosofía y escriba algo así…

A medida que leía la dichosa novelita y abominaba con más argumentos aún del género se me venían a la mente el Ars Magna de Lull, El Libro de Arena de Borges, la historia de Gulliver con los sabios de la isla de Lagado, las máquinas de trovar de Juan Caramuel, Meneses o Jorge Crapanzano, el Memex de Vannevar Bush y otras muchas propuestas de escritura que me acosaban a cada trecho dejando traslucir la alegoría del Libro Absoluto o Gran Opus en el que, haciendo peligrar las sagradas ideas de autoría y propiedad intelectual por estar todo escrito, era posible intervenir construyendo senderos de lectura de acuerdo con los intereses particulares de cada uno, seleccionando, combinando, manipulando y enlazando letras, palabras y frases de esa obra que por total venía siendo por los siglos de los siglos sólo cognoscible en tanto fragmentariamente o bien, a la manera de la obra de Rauschenberg Dibujo borrado de De Kooning (1953), podía optar por crear una obra borrándola. Elegida esta segunda opción comprobé maravillado las posibilidades infinitas del texto, por muy lineal y previsible que fuera su discurrir, verifiqué la posibilidad de otro fluir subterráneo, viable y hasta, tal vez, enriquecedor de la primera versión de esta novelita de bolsillo. Ella, aquí, en este lance de dados que refunda la idea de que las condiciones para que se dé la literatura no incluyen al autor, sólo al texto y al lector, es esto, pero también pudiera ser cualquier otra cosa, en otro momento.

Bien, lo que os he contado sería su génesis desde el punto de vista técnico, compositivo… Asumida la tesis de que debajo de un texto hay infinitos textos me dediqué a buscar uno de los textos posibles para mi novela, para esto, desde la primera lectura que hice sobre el original tuve, como una especie de intuición, de que debajo de aquel texto insustancial había otro texto que no lo era, un texto que contenía otra novela, no ya del oeste sino la de una persona que nos describe varios viajes provocados por la ingesta de LSD y que sobre sus maravillosas experiencias con el ácido hace una acalorada apología de los enteógenos. Lo demás fue fácil (aunque técnicamente complejo) pues borrar la novela dejando solo las palabras que constituían este mensaje en su posición original en el texto me llevó casi un mes de trabajo informático en una época en que los ordenadores personales apenas habían hecho su aparición en mi vida… También con la portada hicimos lo mismo, fue sometida a una serie de procesos informáticos hasta que del original vaquero disparando junto a una carreta solo quedo unas ondas metálicas y fluidas que se esparcen por toda la portada y contraportada del libro, pero desde las que siguiendo el proceso inverso con un programa de dibujo se puede obtener de nuevo la figura original.

La novela fue publicada por un animoso Luis Felipe Comendador en su pequeña e independiente editorial de Béjar, y está dedicada a Chess Dick, el autor de la misma. Años después, por casualidad, me dijeron que el tal Chess Dick era un señor de Murcia que aún vivía. Fue una noticia maravillosa que no hacía más que confirmar todas esas ideas que están vertidas en esta novela que yo no quise firmar con mi nombre sino afirmar como una posibilidad de lectura, de ahí que la titulase X antonio orihuela, es decir, por antonio orihuela… porque soy consciente de que esa misma novela puede ser escrita por otras personas y con otros argumentos posibles. Como no podía ser de otra forma la no novela se editó bajo licencia creative commons, en un momento que en España muy pocos sabían qué era eso… para que se pudiera copiar y distribuir libremente.

En tu ensayo Poesía, Pop y Contracultura en España. Poéticas de la Cultura de Masas en el Tardofranquismo y la Transición (2013) desarrollas la tesis de que la mayor parte de quienes decidieron combatir el capitalismo y el franquismo, mediante el desarrollo de formas de vida alternativas, terminaron sucumbiendo al establishment. El escritor José Luis Moreno-Ruiz todavía se muestra más contundente cuando afirma que el underground español no fue sino “un divertimento más de señoritos con posibles económicos”. ¿Hemos de concluir, pues, necesariamente que si la industria cultural y el sistema social lejos de reprimir y extirpar esas tendencias no sólo las consintieron, sino que además las fomentaron, fue no tanto porque resultaran numéricamente insignificantes –que también–, sino porque a fin de cuentas quienes las encabezaban eran sus retoños?

Hubo de todo, es absurdo simplificar… Está claro que el mercado fagocitó aquello, lo trituró y lo volverá a vender periódicamente desde entonces, quitando o poniendo una coma aquí o allá para que el producto parezca una absoluta novedad y sea consumido sin más problema por otros jóvenes y no tan jóvenes sin memoria o llenos de nostalgia… Pero creo que en lo personal, a nivel físico y psíquico, sí, que toda aquella ola, aquella corriente, aquella forma de vivir, de entramarse con los demás, de buscar grietas, de materializar anhelos troqueló a mucha gente que no se quedó en el mercadillo de las chucherías del pop, a mucha gente que se tomó en serio el vivir lejos de la desventura política en la que estaban y sigue haciéndolo aún hoy, por lo bajini, subterráneamente, desde lo que quiera que sea cada vez eso del underground… Toda aquella energía continúa, las búsquedas, el deseo, las aventuras siguen estando ahí, disponibles, relumbrantes, posibles… y hay gente viviéndolas, lejos del papel couché y los libros de ensayo sobre la contracultura, yo los he visto.

Entre los numerosos textos de otros autores que recoges en tu poemario Todo el mundo está en otro lugar (2011) hay uno de Guy Debord que pertenece a su ensayo La sociedad del espectáculo (1967): “La realidad vivida es materialmente invadida por la contemplación del espectáculo hasta el punto de que no hay más realidad que la que surge en el espectáculo, y como la realidad surge en el espectáculo, el espectáculo se torna real hasta el punto que todo lo real se torna entonces en un momento de lo falso. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la realidad”. ¿Cómo crees que encajan en la actualidad los movimientos sociales dentro esta realidad descrita de forma tan certera como premonitoria?

El lugar del poder, contra lo que decía Deutsche, no es ningún lugar vacío sino el lugar del lleno absoluto. Cuando meses atrás las gentes llenaron las plazas de España, entre ellas la ya simbólica de Sol en Madrid, estaban materializando el viejo fantasma del poder. Los que estaban allí congregados tenían la única forma de poder que teme el Estado, la de los que nunca tuvieron ningún poder: El poder de estar juntos, el poder popular que es, más allá de lo físico, también un lleno absoluto.

El poder como lugar vacío se sostiene sobre un falso consenso vigilado por cámaras y si es necesario por las porras del policía. Para romper con aquel lleno, al final, hubo que emplearlas, no sin antes recordarnos a todos que, los violentos, son siempre los otros.

Las cosas desde entonces no han cambiado. Una gran mayoría de la población sigue viviendo en su beatífica ignorancia o en su calculada esquizofrenia, compartiendo la ficción oficial de los hechos, rezando por que la crisis no les afecte en tanto individuos y practicando el juego suicida del ande yo caliente…En la misma medida las protestas, las marchas y las reuniones tampoco han cesado aunque han perdido su vigor inicial.

Si algo hay de original en ellas es que, después de cuarenta años de dominio, los agentes sociales que antes eran motor de las mismas: sindicatos oficialistas y partidos de la izquierda tradicional, hoy solo generan desconfianza y, desde luego, nadie está dispuesto a dejar que las patrimonialicen. Ni el régimen político emanado de la transición ni el sindicalismo de cuño oficialista son ya ninguna referencia para el movimiento social emergente.

El 15M, en su cara positiva, ha sido una demostración práctica de un nosotros hecho de hermandad, desinterés, afán de servir, creatividad y fusión interpersonal; y las acampadas sirvieron para superar el aislamiento en el que transcurre nuestra vida bajo el capitalismo. En los mejores momentos, la aburrida verborrea del DRY y el JSF fue superada y arrinconada; ya no se trataba de cuestiones económicas, reivindicaciones materiales o sociales sino de pensar y realizar la fraternidad comunitaria, y para las mentes más lúcidas de llevar a cabo una revolución ética y una nueva espiritualidad que rehabilite la vida hoy envilecida por el materialismo más grosero.

En su cara negativa, más que de indignación el 15M ha sido una monumental exhibición de impotencia. No ha amenazado nada, ni a nadie,  porque no ha sabido ni ha querido hacerlo. Se podía haber paralizado la producción y la circulación de mercancías, pero no se hizo. Se podría haber boicoteado los medios de información, ocuparlos y utilizarlos en el propio beneficio, pero no se hizo. Se podía haber dejado en manos del Estado y sus aparatos represivos el decidir si las revueltas iban a ser o no violentas en función de hasta dónde habrían querido socavar la racionalidad del movimiento popular, pero nada de esto se hizo.

Lejos de pensar en el conflicto, en el enfrentamiento, el indignado, en tanto sujeto postmoderno, educado mortalmente como mero espectador, hizo lo único que sabe hacer, sentarse a esperar que pasara algo. Lo original del acto es que no se producía como hasta entonces en la intimidad del hogar, bajo la estrecha vigilancia de su televisor, sino expuesto a la luz de los espacios públicos, en las plazas, junto a otras individualidades solitarias. Los pocos que quisieron ir más allá, los que no han necesitado un 15M porque vienen dando el combate a diario desde hace años, fueron rápidamente neutralizados por los mismos indignados que no se han cansado de repetir que ellos no son radicales violentos que quieren destruir el sistema sino consumidores estafados, víctimas de una mutación del capitalismo que los excluye de seguir formando parte de la casta de los verdugos.

En efecto, lejos de cualquier imaginario revolucionario, el objetivo de la mayoría de los indignados no era, no es conquistar el poder, alcanzar la autogestión obrera, transformar la realidad, materializar una utopía social o realizar la revolución de la vida cotidiana sino solucionar sus problemas de propiedad, trabajo, dinero y mejores amos para seguir formando parte de los privilegiados en este modelo de vida insostenible.

Como seguramente sabrás Amador Fernández-Savater opina que el mayor éxito durante estos últimos años de la llamada Cultura de la Transición ha sido sin duda “construir un verdadero monopolio sobre el sentido común” de los españoles, pero que gracias a movimientos como “Nunca Máis”, tras el hundimiento del Prestige, del “No a la guerra”, tras la ocupación de Irak y después del atentado del 11-M de 2004, y más recientemente el 15-M, como respuesta social a la crisis política y económica, ese monopolio se está resquebrajando a marchas forzadas. ¿Crees que efectivamente estamos asistiendo en el Estado español a una nueva organización de lo visible, lo decible y lo realizable? ¿Podemos pensar que está naciendo un nuevo sentido común, que hay en marcha una revolución cultural? ¿Hacia dónde crees que vamos?

Carezco del optimismo a rentabilizar por la socialdemocracia del intelectual orgánico progre… ¡Qué le vamos a hacer!… Bien es verdad que todo eso pasó, pero que tenga ver con el sentido común, es decir, como efecto de un uso racional de la capacidad de discernir pues ya se me hace más cuesta arriba… A mí me da un escalofrío cuando pienso si esa misma gente que estuvo en esas movidas no será la que la otra noche llenaba las plazas de Madrid porque no les habían dado la Olimpiada… o cuando ganó la selección el mundial… no sé, los movimientos que surgen a golpe de twiter o mensajes de teléfonos desde Ferrán o desde Génova me preocupan, porque en el día a día lo que observo y lo que padezco es un fascismo de baja intensidad, naturalizado como vida cotidiana, sustentado sobre frases como “es que son órdenes de arriba”, “así lo quiere el jefe”, “yo soy un mandado”, etc… El caso es que los ateneos obreros están vacíos, los sindicatos minoritarios están vacíos… Nada de lo que citas ha supuesto una respuesta social a la crisis política y económica, y los que estaban por dar una respuesta social, política y económica llevan años cultivando vínculos y gestionando sus vidas para dar esa respuesta más acá de los medios de falsinformación, me refiero a las cooperativas de producción y consumo, los grupos de activismo artístico y cultural que se reúnen en torno a un periódico, una editorial, un grupo de música, etc. La crisis me parece que solo ha servido para ajustarnos más y mejor el dogal, no veo que se resquebraje nada, al contrario, el que tenía mucho tiene más y el que tenía poco anda acojonado por si perdiera lo poco que le ha quedado tras el robo masivo de los de arriba…

En marcha están los que ya estaban en marcha antes de la crisis. Son pocos pero siguen andando, y en lo personal y en lo posible en sentido contrario al capitalismo.

Me acuerdo del verso de Brecht: “No me gusta el lugar de donde vengo. No me gusta el lugar adonde voy. ¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?

Por parte nuestra podríamos seguir conversando contigo, pero lo dejaremos aquí ¿Qué pregunta te habría gustado que te hubiéramos formulado, y no te hemos hecho? Confiamos que los lectores del blog de Ulises expriman tus palabras incrementando el gozo de vivir… hacia la libertad…

Ahora mismo se me ocurre esta: ¿Cuál es el valor de un gato muerto?

Ja, ja, ja… tres bastonazos!!

No está nada mal como ejercicio zen…

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Durante el tiempo en que hemos desarrollado esta conversación a 3 bandas, ha pasado el verano, han ocurrido inevitablemente cosas en nuestras vidas, se vivió un año más el encuentro “Voces del extremo” en Moguer, hemos viajado… y en uno de estos viajes, desde Amsterdam concretamente, Antonio obsequió a todos los lectores con el siguiente poema horneado entre canales:

LA HERMANDAD DE LA LUZ REFLEJADA

Un dios aburrido proyecta imágenes de sí

para pasar el rato

y crea el mundo de las apariencias

con las diez mil cosas dentro de él,

incluida una profecía Hopi

que dice que el mundo tocará a su fin

cuando la gente se comunique

a través de trozos de cristal

en una invisible red de araña.

El dios aburrido, como un niño caprichoso

que al rato abandona los juguetes que le acaban de regalar,

se olvida pronto de lo que ha hecho

pero las proyecciones siguen ahí,

desplegándose y plegándose alrededor de él,

dándose así mismo forma con ellas,

creyéndose nubes, copos de nieve, semillas,

montañas, costas,

dinosaurios, pájaros, gatos,

gurús, apicultores, carreteros,

sueños que no saben que son el sueño de un soñador

que se da forma a sí mismo con los sueños que sueña,

hologramas que producen la ilusión de otros hologramas

Marco Antonino de expedición contra los partos,

Pablo de Tarso organizando la empresa más vieja del mundo,

Bodhidharma cruzando las aguas del Changjiang sobre una caña,

Giovanni Ramusio escribiendo sobre navegaciones y viajes que fueron de otros,

Zumbi llamando a la resistencia cimarrona en el quilombo de los Palmares,

Giacomo Gastaldi dibujando el primer mapa de la ciudad de Montreal,

El Duque de Lerma comprando casas en Valladolid antes del traslado de la Corte.

Baruch Spinoza excomulgado y expulsado por los judíos askenazíes de Ámsterdam,

Goethe en el despacho de Schiller mareado por el olor de una manzana,

Alice Liddell pidiéndole a Charles Dodgson que le escriba un cuento.

Antonio Machado llamando al director del instituto de Soria el domingo

diciéndole que había perdido el tren del lunes.

Woody Guthrie cantando viejas melodías a los vendimiadores de California.

Matilde Landa lanzándose al vacío desde una ventana de la prisión de Palma.

Pedro Vallina abriendo un dispensario sanitario para los indios de la

sierra de Oaxaca.

Roque Dalton suspirando por una patria que le había inventado el enemigo,

Robert Grootveld disfrazado de payaso reventando los mítines de los políticos.

Jane Fonda defendiendo a los vietcong para acabar haciendo videos de aerobic.

Ulrike Castenholtz escribiendo cartas de amor en español desde Colonia,

Antonio Orihuela abrazando a Pedro Orduna Serón antes y después de su muerte,

fractales que se repiten a diferentes escalas,

algoritmos recursivos autosimilares

u horizontes cosmológicos de ondas semiesféricas

que se expanden hacia lo indiferenciado

porque a ese dios aburrido

le da igual que nos deshagamos en él

a través del camino medio, las siete vías,

el aikido, el tao, las nueve straatjes

o de un tiro en la sien.

Indiferente a su creación deja a las proyecciones

toda la responsabilidad de lo quieran hacer

ser materia o energía, área o volumen,

bits o nats, cuadrado o cubo,

llevar uniforme o disfraces,

enfermar o permanecer sanos,

ser espirituales o materialistas,

amorosos o violentos

y también desplegar todas estas acciones

sobre múltiples escenarios, por ejemplo,

en una piedra achatada e irregular

que arde en su interior

y gira sobre sí a 1450 km/h

mientras se desplaza a 75.000 km/h

alrededor de una gigantesca bola de fuego,

una piedra que podría ser un jardín pero

donde el aire y el agua están contaminados,

los animales y las plantas enfermos

y la vida humana permanentemente amenazada

por guerras, hambrunas y violencias de todo tipo

que nosotros mismos hemos proyectado

imitando esa fuente primordial

de la que van saliendo y recogiéndose,

por muy sólidos que parezcan,

todos los seres sintientes,

todas las cosas generadas por la fuerza de miles de proyecciones

empeñadas en mantener la solidez de lo que llamamos realidad

y que en vez de tomar en su absoluta consistencia y estabilidad

habría que aprender a surfear,

surfear sobre la dominación y las ansias de poder,

sobre el temor y sobre la pasión,

sobre la propiedad y los apegos,

sobre el trabajo y la explotación,

surfear sobre una mota de polvo en un rayo de luz,

surfear sobre el mullido asiento de la bicicleta,

surfear sobre la esponjosa suavidad del césped de los parques,

aquí, ahora, en todas las formas caprichosas

de lo que un dios se entretuvo un instante en crear,

surfear

sobre este soplo

que no volverá.