Casi a la vez que empezaba la guerra en Ucrania fue noticia en todos los medios un estudio publicado en la revista Science describiendo el mayor análisis hasta le fecha de linaje de los humanos basado en 27 millones de antepasados, acompañado de un video en el que en 40 segundos se condensan más de dos millones de años vividos por más de 81 mil generaciones. “Toda la humanidad es parte de la misma familia”, “el árbol genealógico de la humanidad conectaría a todo el mundo” y otras expresiones fraternales por el estilo fueron dichas por los investigadores en diversos medios. Justo ayer aparecía otra noticia que también ha ocupado los espacios de todos los medios, el desciframiento de la secuencia completa del genoma humano, también publicado en la revista Science, lo cual supone, o debería suponer, un avance en la cura (y prevención) de numerosas enfermedades. ¿No aterra pensar que tantos millones de años de evolución, de recorrido por el mundo de ancestros nuestros hasta haber llegado hasta aquí, de descifrar las claves más ocultas de nuestro ser genético, estén en la mano de un individuo que puede mandarlo todo al garete solo apretando un botón? Sería la prueba más palpable de la falta de sentido de nada ¿Han leído Moby Dick? Pues eso… Mientras, los científicos se preguntan qué tipo de mensaje enviar a los extraterrestres o incluso si deberíamos mandarles alguno, para no llamar su atención. Yo no tengo duda, hay que hacerlo cuanto antes de la forma en que entiendan rápidamente el mensaje de ¡Ayuda! Peor que lo que tenemos no puede ser. Bueno, vamos con lo nuestro.
Seguimos con las buenas noticias de legalización de hongos alucinógenos en diferentes estados norteamericanos. En el de Nueva York hay tres propuestas pendientes de aprobación pidiendo, entre otras cosas, la creación de un centro de tratamiento e investigación con psiquedélicos. Y en Oregon, donde ya se ha iniciado el boom comercial para sacar tajada del tema. Lo cual, dicho de paso, no está nada mal, se están abriendo clínicas, dispensarios, centros donde la gente vaya a tomarlos en diferentes contextos; después de todo, lo que queremos que ocurra ya de una vez con todas las drogas posibles, ¿no? Y, es que, los psiquedélicos no sirven solo para tratar problemas de salud mental, también, por lo visto, para promover conductas saludables. También siguen apareciendo noticias en medios nacionales e internacionales sobre las bondades específicas de la ketamina, así como de las alianzas entre industria e investigadores para crear centros de tratamiento con psiquedélicos.
Pero mientras dan tantas de cal, también dan algunas de arena. En plena fiebre del oro psiquedélico, mientras la industria florece, los inversores se frotan las manos y los científicos parecen tener más trabajo que nunca, con nuevas financiaciones incluso de los Institutos de Salud (INH) y de Abuso de Drogas (NIDA) Norteamericano (que hace poco co-sponsorizaron un curso de formación sobre el tema), la ayahuasca es perseguida y fiscalizada en Australia e Italia. Parece que, para lo que algunos estos tiempos son de renacimiento psiquedélico, para otros son de persecución neoinquisitorial. Pareciera que las fuerzas del mal no descansan ni en los mejores tiempos.
Cambiando de droga, estos días se está debatiendo, en la Comisión de Sanidad del Congreso de los diputados, la conveniencia de regular el cannabis medicinal. Aquí pueden verse los vídeos de las comparecencias realizadas hasta el momento y aquí las pesimistas impresiones al respecto de un servidor. Mientras, en los Estados Unidos, donde, quien lo iba a decir, en esto van a años luz de nosotros, ya lo que piden es que se restituya a las víctimas de su prohibición. Menudos abismos. Y, es que, nos estamos quedando solos. Marruecos va a iniciar su propio programa de cannabis medicinal y ya han empezado las clases para enseñar a los cultivadores cómo hacerlo.
Parece que los científicos siguen acumulando haters. Esto, sumado a la precariedad a la que están expuestos los jóvenes investigadores, lo raro es que a alguien le queden ganas de dedicarse al oficio. A pesar de todo esto, el gremio se ha organizado y ha iniciado un movimiento, no para defenderse de los ataques sociales y económicos que persistentemente recibe, sino para protestar por la pasividad de los gobiernos ante el cambio climático. Esta gente es incorregible, qué se le va a hacer.
Creo que ahora toca hablar del mundo animal, de ese mundo del que tantos humanos disfrutan más que de los propios humanos. Resulta que las ballenas perciben el sónar de los barcos como el de sus depredadores, las orcas y entonces, aun sabiendo que no son sonidos de orcas, algo les pasa que se comportan como cuando el sonido es de orcas, dejan de comer, se exponen más a enfermedades y aumentan sus probabilidades de morir. Mientras unas especies mueren, otras, por lo visto, cientos de especies de pequeños mamíferos se esconden en lugares insospechados esperando a ser descubiertos por los humanos. Pobres, lo que las espera si eso sucede. Yo preferiría que me descubriese un extraterrestre. Mientras, se ha desvelado el misterio de la alta longevidad de los loros, parece que se debe al gran tamaño de su cerebro. Por cierto, la oxitocina, una hormona que se dice que es la de la filiación y que, todo hay que decirlo, se libera cuando se toma MDMA, parece amansar a los leones y hacerles más amigables entre ellos. Hay una guerra ahí afuera, ¡ojalá que llueva oxitocina del campo!
Y hablando de amansar a las fieras, vamos con algo de música. Antes, a modo de transición, la biografía de Leonard Cohen en formato cómic, un manual de reparaciones y sonidos cósmicos y, ahora sí, para l@s afortunad@s de vivir en Barcelona ciudad, un festival de música psicodélica para este fin de semana. Y el domingo, venga, a comprar vinilos.
De nuevo nos quedamos sin espacio para recomendaros alguna serie de Netflix, pero de la semana que viene no pasa, esta vez sí.
Mientras, si la crisis no te engulle, vete pillando los tickes para lo que ya apunta ser la mayor conferencia de psiquedélicos de la década. Vuelven los de MAPS en 2023 con su conferencia Psychedelic Science. ¡Qué emocionante!