14 de julio, toma de la Bastilla (con B, no P)
Me había ido, pero no he podido reprimirme a escribir una bitácora breve para comentar solo algunas noticias que no quería guardarme. La semana (ya sabes que la semana de la bitácora empieza en sábado, ya que en viernes es cuando se publica) se inició con un artículo en El País donde una serie de psiquiatras españoles, en vez de ver como un avance la decisión de Australia de permitir en casos puntuales la administración de MDMA para tratar el estrés postraumático y de psilocibina para la depresión, ¡oh, sorpresa!, ¡lo ven como un riesgo! ¡Como una posibilidad de retroceso! Estas opiniones, arbitrarias completamente y fruto del desconocimiento del contexto australiano, están generando la opinión de que ¡efectivamente esta decisión de Australia es un peligro! No lo entiendo colegas. Estamos hablando de que hay una crisis de salud mental, de que los psiquedélicos pueden ayudar a luchar contra esa crisis. Por eso Australia ha tomado esta decisión. Se trata del equivalente al uso compasivo que tendríamos en España. Si los tratamientos no funcionan vamos a probar con tratamientos que están funcionando en las fases de ensayo clínico. Se hace con todos los medicamentos. Pero de repente esto ocurre con los psiquedélicos y nuestros expertos en vez de reforzar la decisión de Australia e incluso reclamarla para nuestro país, ¡oh, sorpresa! ¡se escandalizan! Y piden más ensayos clínicos. Amigos, los ensayos clínicos no son la solución a la respuesta de si los psiquedélicos funcionan en la clínica. La rigidez de los protocolos impide conocer cómo estos medicamentos se podrán comportar en el mundo real. Australia no es el primer país en tomar esta decisión. La vía del uso compasivo ya se está utilizando en Suiza desde hace muchos años y países como EEUU, Israel o Canadá también han empezado a ensayarla. El caso de Australia es parecido: se necesita autorización de un comité de ética para utilizar MDMA y psilocibina en pacientes desahuciados. Pero llegan nuestros colegas psiquiatras y en vez de ver esto como una oportunidad para aprender de la experiencia en el mundo real, fuera de los ensayos clínicos, acerca de cómo funcionan estas drogas, oh, vaya, lo ven como un peligro. Nuestros psiquiatras, de nuevo, parece que ven el mundo al revés. Para muestra un botón. No todos los medios se han dejado llevar por la histeria, afortunadamente, y al menos El Mundo se ha molestado en entrevistar a psiquiatras australianos a ver qué opinan, después de todo, ellos son los protagonistas de esta historia, ¿no?. Miren, una muestra de lo que ocurre en el mundo real, fuera de esos laboratorios donde se realizan esos ensayos clínicos que nunca parecen ser suficientes para algunos psiquiatras cuando se trata de psiquedélicos, pero que no miran con la misma lupa las toneladas de psicofármacos peligrosos que manejan cotidianamente. Y por terminar con la psiquedelia de la semana sin abandonar el mundo real, una deliciosidad de libro: The Psilocybin Handbook for Women y una no menos superbonita edición de la revista Elementos dedicada a la cultura mexicana asociada con los hongos psilocibios.
Si con la caló te vas a quedar en casa viendo cosas en YouTube, te recomiendo los diálogos sobre chamanismo y ciencia que se celebraron el mayo pasado en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona organizados por el MARC y ICEERS (no te pierdas la Ted talk de Ben de Loenen que está en la página principal de la web).
En un poco de todo hemos visto cómo viven los últimos pueblos aislados del planeta, cómo los indígenas amazónicos llaman a sus territorios “territorios de vida”, cómo sobrevivir en la Biosphere 2, y, cumpliendo con el ejemplo de querer ser hoy breve y callarme cuanto antes la boca, paro ya y te invito a percibir el silencio mientras miras algunas fotos. Unas tristísimas y otra asombrosamente preciosa, impactante y abrumadora (¡¡¡¿¿¿pero qué seto!!!???)
Buen verano y si para septiembre tienes alguna noticia que quieras compartirnos, ya sabes: ciencia@ulises.online.