Empezamos con una noticia que no es de esta semana, pero sí muy reciente y que, por su importancia para comprender, o arrojar más dudas, quién sabe, sobre la naturaleza humana, no queríamos dejar fuera de este boletín. Se trata del último artículo publicado por el equipo de paleontología de los yacimientos de Atapuerca, en el que se analizan cráneos con lesiones antes de la muerte (ante mortem), en el momento próximo a la muerte (peri mortem) y tras la muerte (post mortem) de una veintena de individuos. De los nueve individuos con lesiones peri mortem, de acuerdo con el equipo de investigación, “seis de ellos presentan fracturas penetrantes (agujeros circulares con similar tamaño) en la región izquierda de la nuca. Este patrón es tan recurrente que deja poco margen a la interpretación. Esta localización no es la esperable para traumatismos accidentales y son más compatibles con lesiones producidas intencionadamente y, por tanto, son interpretadas como posibles casos de violencia”. El grupo estudiado pertenece a preneandertales y los hallazgos se produjeron en la tan famosa sima de los huesos. En estos tiempos de guerra, muchos nos preguntamos sobre el origen de la violencia humana. Esta noticia ofrece pues algunos elementos para la reflexión.

Saltemos ahora del pasado al futuro. El pasado 16 de marzo nos llegó la noticia de que en la ciudad canadiense de Vancouver se ha permitido la venta de hongos psilocibios en dispensarios. Canadá fue pionera en la regulación, primero del cannabis medicinal y después en su regulación integral, y ahora se vuelve a poner a la vanguardia de las políticas de drogas permitiendo la venta de honguitos. Una de las razones es la alta tasa de muertes por sobredosis de opioides. Como se suele decir tanto estos días con relación a la colonización del mundo por la cultura psiquedélica: el futuro ya está aquí.

Con relación a la investigación, esta semana nos ha traído otra noticia que podría calificarse también de histórica. Tres de las Universidades más prestigiosas de los Estados Unidos, la Universidad Johns Hopkins, la de Yale y la de Nueva York, cada una con su proprio programa de investigación psiquedélica, han establecido una colaboración para empujar la investigación psiquedélica en los Estados Unidos y avanzar lo más posible la regulación de la utilización médica de los compuestos psiquedélicos. Alguien debería reivindicar una reincorporación póstuma de Timothy Leary a la Universidad de Harvard que, aunque no forma parte de este consorcio, tiene también su propio grupo de investigación psiquedélica.

Y, hablando de investigación, una falla en la investigación psiquedélica es que, de alguna forma, es el mundo al revés. Dentro de los artículos que se publican en revistas médicas, hay un tipo que se llaman revisiones sistemáticas y metaanálisis. Consisten en recoger los diferentes artículos que hay publicados sobre una medicina para un tratamiento y analizarlos para ver si se concluye que el tratamiento es eficaz. Esto ayuda a los clínicos, que no suelen tener tiempo para leer todo lo que se publica, a tomar decisiones. En ciencia psiquedélica, es tal el ansia de los investigadores por estar a la moda y querer publicar, que ocurre lo contrario: se publican más revisiones y metaanálisis que artículos originales. Lo cual no deja de ser un acto de creatividad, ya que hay que dar mil vueltas a los mismos artículos para conseguir dar con conceptos diferentes. Esto es lo que acaba de hacer una pareja de investigadores, uno de la mencionada Universidad de Harvard y el otro de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), proponiendo rebautizar a los psiquedélicos como psiquedélicos conductuales, que definen como “el estudio de los psicodélicos para fomentar cambios intencionales en hábitos y comportamientos para mejorar la salud y la resiliencia. Los psicodélicos pueden tener el potencial de reducir el riesgo de enfermedades crónicas causadas por la rigidez mental y conductual. Sin embargo, para aprovechar plenamente este potencial, creemos que el campo debe establecer las mejores prácticas y pautas que incluyan cómo inducir cambios duraderos en el comportamiento” (traducción: google translator).

Sobre libros, hay cuatro novedades interesantes esta semana. Si empezábamos hablando de guerra, ahora toca hablar de paz y de cooperación, que parece que, aunque no lo parezca, es lo más esencial a la especie humana como demuestra el historiador Rutger Bregman en su libro Dignos de ser humanos. Una nueva perspectiva histórica a la humanidad. El escritor T.C. Boyle nos ameniza el fin de semana con su nuevo libro sobre la historia de la LSD en los Estados Unidos, Una libertad luminosa. La microbióloga ensayista con dos libros super interesantes a sus espaldas, uno sobre la historia del veneno, otra sobre la de las mujeres en la ciencia, ahora acaba de publicar un libro sobre la realidad de las brujas europeas como chivos expiatorios de la época, en la que desmonta algunos de los mitos asociados a la historia de la brujería, sobre todo la española. Un último libro pertinente para el Universo Ulises es el del investigador James Davis en el que en Sedados. Cómo el capitalismo moderno creó la crisis de salud mental, hace un repaso a los abusos de la biomedicina, que recodifica el sufrimiento humano como enfermedad y lo medicaliza. Al hilo de esto, y esta vez relacionado con la psiquedelia, también ha aparecido esta semana un artículo de opinión, otro más, criticando precisamente la medicalización de los psiquedélicos en la que, con este entusiasmo renovado por sus propiedades cuasi mágicas, ayuda a perpetuar la creencia de los problemas humanos como problemas médicos.

Y, hablando de sobremedicaciones, y si para ti tu perro ya no es una mascota, como lo eran antes, sino un miembro más de la familia, te preguntarás a veces qué es lo que le preocupa y pone ansioso. Bueno, pues de acuerdo con un estudio reciente, las mismas cosas que a ti. Los perros comparten con los humanos un rasgo de personalidad que se llama neuroticismo, de tal modo que puntuaciones más altas en dicho rasgo existe más tendencia a la ansiedad. Por eso los ansiolíticos, tan usados por los humanos, de acuerdo con el mencionado estudio, también se están popularizando entre los familiares de cuatro patas.

Y para que no todo sea leer, una App para tu sesión de psicoterapia asistida con psiquedélicos. Mientras viajas, tu pareja que espera en la sala de espera puede leer aquí qué puede estarte pasando. Te recomendaríamos alguna serie de Netflix o algo, pero como verás, apenas hemos tenido tiempo para ver televisión. Quizás el próximo viernes.

Por cierto, no te hagas ilusiones, ya no quedan entradas para el Boom Festival. Para otro año espabila.

Buen fin de semana.