7 de julio, San Fermín

Nos ausentamos los dos últimos viernes porque había sido la conferencia Psychedelic Science 2023 (PS2023) celebrada en Denver, Colorado, USA, planeta Tierra, Sistema Solar, Vía Láctea, Grupo Local, Supercúmulo de Virgo, Filamento de Hércules-Corona Boreal, Gran Muralla de Sloan, Universo visible. Por si lees esto desde algún lugar del Universo invisible que sepas orientarte. Pues resulta que allí, en esa población de poco más de 700.000 habitantes, se ha celebrado el evento psiquedélico más multitudinario, diverso y plural de los celebrados hasta la fecha. En Denver hay un proceso de regulación del uso de psicodélicos naturales que se va a extender a todo el esado, Colorado, el segundo, junto con Oregon, en este tipo de procesos regulatorios de los que ya hemos hablado en días previos en esta bitácora. Volviendo al evento, ya lo anunciamos también en esta bitácora que iba a ocurrir, ya volvimos a repetirlo cuando se acercaba el momento y ya me despedí por unas entregas justo unos días antes de partir hacia Denver. Pero nada de lo que uno podía imaginarse ocurrió allí. El evento, ya sabéis, lo organizaba MAPS.

Era la cuarta conferencia que organizaba MAPS. La primera fue en 2010. Antes, en 2006 y 2008, había habido dos eventos similares, ambos bastante exitosos en cuanto a afluencia de público y calidad científica, celebrados en Basel como homenaje, respectivamente, a los 100 y 102 cumpleaños del mítico químico suizo Albert Hofmann. A la primera conferencia de MAPS de 2010 asistió más o menos la misma cantidad de gente que a las conferencias en homenaje a Albert Hofmann, entre 800 y 1000. Parecía que el interés por la psiquedelia empezaba a dejar de ser minoritario, pero tampoco era desmesurado. La siguiente conferencia de MAPS fue en 2013 y la cifra creció, ya éramos unas 1800 personas o así. Mientras, empezaron a organizarse otras conferencias tanto en los Estados Unidos como en Europa como Horizons en Nueva York, Open IPCR Conference en Holanda, Breaking Convention en Londres, o Beyond Psychedelics en Praga, que contó solo con dos ediciones. Todas, con afluencia de público creciente. Las últimas ediciones de Breaking Convention e IPCR colgaron el cartel de no hay billetes (o sold-out, en fino). Estas son las más conocidas. Otras conferencias han ido proliferando en sitios como Estocolmo, San Francisco (queering psychedelics), etc. Por no contar, claro, las conferencias temáticas sobre ayahuasca organizadas por ICEERS en 2014, 2016 y 2019, igualmente de éxito creciente de público. El caso es que la tercera conferencia de MAPS se celebró en Oakland, California, y ya congregó a alrededor de 3.000 personas. Y nos parecía que esto ya había sido un éxito, que se había tocado techo. En la charla de apertura el orador llegó a decir que ya no éramos contracultura, que éramos mainstream (me incluyo porque yo estaba allí y porque siempre me he sentido parte primero, de este movimiento psiquedélico, cualquiera que este sea y, segundo, porque he trabajado para MAPS unos cuantos años y aunque en 2017 ya no era el caso, parte de mi corazoncito está allí).

Pero claro, de 2017 a 2023 han pasado muchas cosas, sobre todo en el mundo anglosajón. El interés por los psiquedélicos ha experimentado un auge tan impensable como imposible de predecir. Los psiquedélicos han pasado de ser unas drogas de hippies, asociados efectivamente a una contracultura o bien ya caduca, o bien un poco destroy de fiestas trance, a ser la promesa de la cura de la epidemia de salud mental que asola el planeta Tierra en estos años veinte de siglo XXI. Muchas razones hay para ello: divulgadores mainstream como Pollan o Lattin cuyos libros se han traducido a decenas de idiomas, se han hecho best-sellers e incluso se han transformado en series de Netflix, la desacomplejada inclusión en series de televisión y películas, los primeros estudios sobre los beneficios terapéuticos que han hecho un efecto llamada a otros investigadores hasta el punto de haber a día de hoy registrados casi 500 estudios terapéuticos con psiquedélicos en todo el mundo, la expansión internacional de las ceremonias de ayahuasca y otras plantas de uso tradicional y, claro, la aceleración de las redes de comunicación donde los niveles de globalización digital es total.

Sea como fuere, la cosa es que, en Denver, nos congregamos entre 12 y 13.000 (sí, entre doce y trece mil) almas en un conferencia desmesurada, excesiva e inabarcable. Un palacio de convenciones en el que tardabas fácil unos buenos 10-15 minutos en ir de la sala de conferencias principal al espacio donde estaban los casi 300 stands. Stands de todo tipo, de ONGs, Fundaciones (como la nuestra de ICEERS), muchísimos stands de clínicas de ketamina donde te regalaban un kit con blocs de notas, gafas de sol, rotulador a tres colores y bolígrafo, en algunos hasta galletas con el nombre de la clínica. Lo que más, stands de venta de parafernalia para cultivar hongos psilocibes. Todo tipo de variedades de esporas, de panes, de parafernalia y utensilios de cultivo. También empresas de wellness, donde podías ponerte unas gafas de realidad virtual y sobreestimularte con luces blancas que bombardeaban tus ojos cubiertos por un antifaz, por supuesto libros, ropa y el stand que lo petó: el de la productora que está haciendo un documental sobre la vida y hazañas de Rick Doblin, fundador y director ejecutivo de MAPS. Invariablemente, cada momento había alguien comprando una camiseta con la cara de Rick y/o con el slogan de Prescription X; eso, cuando no había directamente colas para adquirir las camisetas que no bajaban de los 40$.

El otro espacio fascinante era el Deep Space: una sala gigantesca que hacía las veces de mini Burning Man. Con la luz tenue, como si fuera noche permanente, había pintores psicodélicos pintando en vivo, un domo en el que se pretendían imitar los efectos de la DMT con tecnología audiovisual, pequeñas saunas en forma de cubilete para relajarte durante 5 minutos, camillas para yumbarte a temblar y sacudir tu estrés, más realidad virtual y más bombardeos de luces blancas, esculturas, música en vivo, charlas, rincones para la integración psiquedélica…, vaya, solo para conocer más o menos bien el Deep Space se habría necesitado un día entero… la cosa es que la conferencia, quitando los talleres de antes, ¡solo duraba tres días! No podías desparramarte y quedarte un día entero pajareando en el Deep Space, habría molado, pero no podía ser.

No podía ser, porque claro, había que ir a las conferencias también que, nada más ni nada menos, hubo momentos en los que había 14 salas de conferencias a un tiempo. Salas temáticas sobre ensayos clínicos, ciencia, estudios científicos, políticas de drogas, plantas psicoactivas, la sala principal, la sala Rick Doblin, la cineteca, más las charlas unas programadas otras espontáneas que se generaban en algunos de los inexplorados espacios de ese palacio de congresos gigante, como lo es todo en América.

¿Qué que vi de interesante? Navegar por ese inconmensurable espacio requería de la correspondiente App, no había otra. La App te permitía hacerte tu propia agenda pero, por mucho que apretaras, no podías pretender asistir ni a un 1% de lo que allí había. Por supuesto no me perdí (nadie) la charla inaugural de Rick Doblin. Fresca, divertida, de ganador. Desde 1984 luchando para hacer de la MDMA un medicamento y ya lo tiene. Lo ha anunciado para mediados de 2024. Acompaño una foto en la que se le ve delante de una imagen que es una imaginaria clínica con la oportuna medicina psicotrópica que quieras en función de tus necesidades. Vi otra charla muy buena de Insel, exdirector del Instituto Nacional de Salud Mental de los EEUU en conversación con otro psiquiatra cuyo nombre no anoté en la que evidencié el giro copernicano que ha hecho la psiquiatría mainstream en los últimos años: la esperanza, amigos y amigas, está puesta en los psiquedélicos. Los mayores expertos mundiales comparten este entusiasmo, aunque eso sí, moderado, realista. Me gustó por eso: por su sensatez. Abordemos los retos, conociendo las limitaciones. Y las limitaciones no son otras que el entorno social, que si no se opera en él, estamos limitados. Los restos, todo el universo de exploración que permiten los psiquedélicos cuando se ha conocido que hay nuevos receptores sobre los que actúa, como los TrkB, que son los que promuevan la neuroplasticidad y sin independientes del efecto psicológico, que les corresponde a los 5-HT2A. Un campo apasionante para la neurociencia.

Estuve, claro, en las charlas de mis colegas Natalia Rebollo y Jerónimo Mazarasa, de ICEERS, en las que hablaron del conocimiento indígena, sus epistemologías y lo que pueden enseñarnos en este contexto de masificación psiquedélica. Natalia hizo doblete, junto con la senadora mexicana Alejandra Lagunes, explicando el proyecto de regulación de plantas psicoactivas que están desarrollando en México. De prosperar, sería el primer país del mundo que regula dicha práctica y, esperemos, haga efecto de onda expansiva a otros países. Fui, no me quedaba otra, que ir a la charla que daba yo, en la que presentaba los resultados preliminares del ensayo clínico que estamos haciendo con ibogaína, en colaboración con el equipo de la Dra. Tre Borrás, del Hospital Sant Joan de Reus, Tarragona, para la deshabituación de la dependencia de la metadona en personas en programas de mantenimiento. Resultados espectaculares, por cierto. Utilizamos dosis bajas siguiendo este protocolo.

Fui a ver a Roland Griffiths, de la Johns Hopkins, uno de los investigadores más prolíficos y con un mayor equipo de colaboradores y uno de los mayores impulsores de la medicina psiquedélica. Sus estudios con psilocibina en enfermos terminales fueron los que llevaron a la FDA a calificar la psilocibina como “breakthrough therapy” para la depresión. Probablemente haya sido la última charla de Griffiths, al menos en un entorno multitudinario, ya que se encuentra en fase terminal de un cáncer de colon. Griffiths había estado en todas las conferencias desde 2010. Fue emotivo verle sabiendo que nunca más volveríamos a verle. Hizo un repaso a toda la investigación de la John Hopkins, que tampoco es de mis favoritas, ni mucho menos. Presentó un estudio que no conocía y que me moló mucho. Preguntaron a peña que adscribiera un grado de “self”, de identidad, de existencia a: personas, animales, plantas, montañas, objetos inanimados (una mesa). Después de tomar psilocibina aumentaba la adscripción de self a todo lo vivo, pero también a las montañas (no a los objetos inanimados). Qué bonito.

Vi también un preview del docu sobre la vida de Rick Doblin. Fascinante ver a Rick fumándose un peta de maría la noche antes de entrar a parlamentar con la FDA sobre la autorización del primer estudio con MDMA para estrés postraumático. Hubo luego un mini debate, donde Rick explicó que fue un dilema si incluir o no esa escena y se decantaron finalmente por un sí por una cuestión de coherencia con los valores y cambios en las políticas sobre drogas de defiende MAPS, entre otras razones.

También hubo un momento para las decepciones. Lucy Walker, la filmaker de los documentales de Netflix de Cómo cambiar tu mente, presentaba en la cinemateca su nuevo documental sobre la ibogaína. Había venido a Reus a filmar al equipo del estudio de la ibogaína. Dos días de caprichos y de paseos con cámaras con el hospital y al final ni se le mencionó. Bueno, de documental de la tal Lucy en realidad no es un documental, es una ficción que se hace pasar por documental. Trata de que la ibogaína va a salvarte si tienes un problema con las drogas. Te transformará en un tipo virtuoso, sensible, deportista, familiar… hará de ti el prototipo de norteamericano medio por muy pieza que hayas sido antes. Otra pequeña decepción fue ver una mesa titulada “pioneros de la terapia con MDMA” en la que estaba Marcela, que empezó trabajando conmigo y otros colegas que luego trabajaron con MDMA en otros estudios de MAPS.

Y, es que, toda la conferencia respiró un sesgo demasiado anglo. No había investigadores de los principales grupos de investigación europeos como los de la Universidad de Maastrich, del Hospital Psiquiátrico de Zúrich o de Basilea, mis colegas brasileños de la Universidad de Sao paulo en Riberao Preto (que son líderes mundiales en investigación con ayahuasca) y tantos otros fuera del eje USA-UK.

Una de las charlas más interesantes que vi fue la de uno de los mayores expertos en ketamina, John Krystal, que mostró los prometedores resultados de combinar ketamina con fármacos que inhiben el receptor MTORC1, efectos que se potencian para conseguir un efecto antidepresivo mayor. También la propuesta de la gente de la Johns Hopkins de utilizar psilocibina en fases tempranas de la enfermedad de Lyme crónica. O la propuesta de estudio con MDMA para el tratamiento del dolor crónico, uno de mis temas favoritos. Hace años que tengo un protocolo escrito sobre eso que nunca pude poner en marcha y me congratula ver que ahora alguien se va a embarcar en esa fascinante aventura. Una charla estupenda sobre el uso de psiquedélicos por personas con esquizofrenias, ese tema tabú que da por supuesto que eso no es buena idea… pues parece que no es tan mala. Se presentó un estudio basado en entrevistas en el que no parece que a las personas con esquizofrenia les pasen cosas diferentes que a las personas sin: pueden tener malos viajes sí, pero también lo contrario. Se abre una vía de estudio muy interesante aquí. También estuvo la mesa redonda de rigor especulando sobre los psiquedélicos y la mente, si son instrumentos para entenderla, qué podemos aprender de la mente usando psiquedélicos y estas disquisiciones filosóficas que dan vueltas al eterno problema de qué es la mente para volver al principio. De lo mejor también, el mensaje desde la Amazonia del jefe Nixinawa Biraci Yawanawa, qu eemocionó al respetable. Un llamado al respeto y la integración de las epistemologías indígenas amazónicas en esta otra jungla que es lo que llaman el Renacimiento Psiquedélico.

Y hasta aquí dio la cosa. 14 salas de charlas, casi 300 stands, un Deep Space gigante, un pasillo, del que no he hablado, el 700, en el que pasaban cosas de las que el resto de la peña ni se enteraba. Había que caminar un poco para llegar hasta allí y curiosear bastante. Todo eso para que al final, ya ven, no dar más de sí que lo que he contado aquí. Frustrante. Es como ir a un parque de atracciones (supongo, al que le gusten los parques de atracciones) gigante y haber podido montarse solo en unas pocas atracciones. La diferencia es que a la PS2023 ya no se puede volver. No habrá más. Habrá otras, cómo serán, de qué magnitud, ni idea. Pero PS2023 ya no volverá y se quedaron tantas cosas por disfrutar… La buena noticia es que todas las charlas de las salas oficiales las colgarán en video. Pero el Deep Space, ay, el Deep Space. Se disfrutó lo que se pudo. Está bien igual. Hay que soltar…

Una crónica día por día de la PS2023 puedes encontrar aquí:

https://www.lucid.news/report-final-round-up-from-mapss-psychedelic-science-2023/

Y una crítica, que no falte, aquí:

https://www.ecstaticintegration.org/p/holy-molly

El sábado, un día perfecto. Paseo con colegas por el Art District, excursión por el jardín botánico al que lo primero que vemos es justo la planta de la ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y como colofón, lo inenarrable. Puedo decir que nada me había preparado para ver el Meow Wolf. Nos habían recomendado verlo. Nos pegamos la pateada. En la puerta, nos pedían 50$ y nos miramos diciendo, ¿pero alguien sabe qué es esto y a lo que venimos? Nadie. Pero ya que habíamos llegado hasta allí, nada, adelante. Nada de lo que cuente puede ni siquiera rozar con la imaginación lo que es ese sitio. Me han dicho que hay alguien al que no le ha impresionado. Bueno, hay gente pá tó. Nosotros, íbamos 3, dos de ellos con un poquito de ácido en el cuerpo (yo iba limpio), flipamos. Tanto los de ácido como el que no.

Y con esto me despido hasta septiembre. Pillo vacaciones de la bitácora en un rato. Si mientras quieres enviarnos tus noticias favoritas, ya sabes: ciencia@ulises.online.

¡¡Buen verano!!

Viajando
Una tortuga
Una mesa de setas en el deep space
Stand de ICEERS
Saunas portátiles
Roland Griffiths
Mi favorita del deep space
Mi cuadro favorito del deep space
La sala principal
La clínica psiquedélica de Rick Doblin
Inauguración
Gorras
En el suelo del Distritic Art
Dentro de una de las salas del Mewo Wolf
Deep Space
Cahnga Domo en el Deep Space
B caapi en el botánico